El comportamiento social del perro se refiere a las relaciones que el individuo establece con los demás miembros del grupo con los que convive. En el caso del perro doméstico éste grupo puede incluir otros individuos de su misma especie e individuos de especies diferentes como el ser humano. Todo esto hace que la conducta social del perro sea extremadamente adaptable y compleja.
A lo largo de los años se han sugerido diferentes teorías para explicar la conducta social canina, especialmente en lo que se refiere a la agresividad. Para muchos profesionales del mundo del perro la más aceptada ha sido y en gran medida sigue siendo la “Teoría de la dominancia “.
Hace varias décadas, los investigadores que estudiaron grupos de lobos no emparentados mantenidos en cautiverio señalaron que existía dentro de esos grupos una jerarquía lineal basada en las relaciones de dominancia y subordinación y que dicha jerarquía se mantenía, principalmente, mediante el uso de la agresividad.
Algunos autores extrapolaron éstos conceptos al perro doméstico utilizándolos para explicar no sólo las relaciones de los perros con otros miembros de su especie sino también las relaciones con las personas, ya que se pueden considerar como miembros de la manada. Sin embargo, los estudios realizados posteriormente con lobos en libertad y con grupos de perros, tanto asilvestrados como mantenidos en entornos domésticos, han arrojado algunas conclusiones interesantes:
A raíz de éstas observaciones, se empezó a cuestionar seriamente la teoría de la dominancia como un modelo válido para explicar la conducta del perro, considerándose actualmente obsoleta e inadecuada, sobre todo en lo que se refiere a los problemas de agresividad hacia las personas.
Muchos veterinarios y también entrenadores siguen basando sus explicaciones del comportamiento canino en la obsoleta teoría de la dominancia. Esto se debe a que muchos estudios han puesto más énfasis en las conductas agresivas y jerárquicas, lo cierto es que las personas que han dedicado mucho tiempo a estudiar grupos de animales insisten en que a menudo las conductas afiliativas son más frecuentes que las agresivas. Para nosotros como adiestradores caninos profesionales que tomamos como referencia principal los métodos de adiestramiento en positivo, nos interesa especialmente la creación y fomento de la vinculación afiliativa como herramienta para el desarrollo de nuestro trabajo. Esta vinculación de tipo afiliativa se establece mediante el uso de alimento, el contactó físico basado en el respeto hacia el animal y el uso de técnicas modernas de adiestramiento.
Las conductas afiliativas son aquéllas que promueven y mantienen la cohesión del grupo social afianzando el vinculo entre los integrantes del grupo.
Las principales patrones de comportamientos afiliativos en los perros domésticos son; el juego, el acicalamiento y los rituales de saludo.
El juego fortalece las relaciones entre los individuos y además tiene una función adaptativa, facilita el establecimiento de rutinas de comportamiento, estructura el comportamiento de los cachorros hacia el adulto y proporciona ejercicio físicos y mental para el mejor desarrollo del perro.
Con frecuencia, se recomienda que el dueño gane los juegos en los que participa con el perro, para mantener su estatus jerárquico. Sin embargo, no hay evidencia que sustente dicha recomendación.
El perro es un animal social y por lo tanto necesita comunicarse. El perro necesita transmitir información a otros miembros de su especie, en algunas ocasiones también a miembros de otras especies y casi siempre a los humanos. Para esto utiliza tres formas principales de comunicación:
Este tipo de comunicación es la más difícil de interpreta para el ser humano y su utilización representa un desafío para las técnicas de adiestramiento y terapia de comportamiento canino. En cambio para el perro representa una gran vía de comunicación ya que, a diferencia de la vía auditiva y visual, ésta permite que el mensaje permanezca en el ambiente durante mucho tiempo.
La comunicación olfativa entrega información respecto de la identidad, el sexo, el status social y el estado reproductor del animal.
La comunicación mediante sonidos es muy variada en el perro doméstico e incluye ladridos, gruñidos, chillidos, lloriqueos, aullidos, etc. Todos estos sonidos trasmiten información respecto del estado fisiológico y emocional del perro.
El ladrido es la vocalización más estudiada en el perro y se considera un rasgo neoténico seleccionado durante la domesticación. Este frecuencia de aparición de este rasgo es diferente según las razas.
Algunos autores sugieren que el ladrido no tendría más importancia que atraer la atención de los otros perros para establecer una comunicación visual, otros creen que tiene una importancia mucho mayor, pudiendo identificar varios tipos de ladrido según el contexto en el que se producen.
Para el adiestramiento la comunicación auditiva es importante para el establecimiento de ordenes o señales verbales y para captar la atención del perro durante el entrenamiento.
Este es el tipo de comunicación mas importante para el perro y por lo tanto el que debemos estudiar con más profundidad. La habilidad que generemos en la observación e interpretación de estas señales nos permitirán un mejor comunicación y aprendizaje por parte del animal.
Esta comunicación se manifiesta a través de las expresiones faciales y de las posturas corporales, de las distancias, del uso de los espacios, de la postura de la cola y de las orejas, todo esto es fundamental para que el perro se contacte con otros animales, con otros perros y también con los humanos.
Las posturas y expresiones utilizadas por el perro en su relación con los humanos son muy similares a las utilizadas con otros perros.
Las posturas corporales que muestran cuando se encuentran con otros perros pueden variar desde amistosas y relajadas hasta posturas que preceden a un enfrentamiento físico, pasando por las que muestren el incremento del estrés.
Expresan claramente el estado emocional del animal. El objetivo de esta postura es de evitar la confrontación física innecesaria. En esta postura el animal muestra el cuerpo erguido, con las patas extendidas, con el cuerpo levemente inclinado hacia delante, las orejas erectas o hacia delante y abiertas (en las razas de orejas caídas) y la cola alta , dando la impresión de un tamaño mayor del que realmente tiene.
Esta postura es básicamente la opuesta a la postura anterior. La sumisión puede mostrarse mediante dos posturas: la de sumisión activa y la de sumisión pasiva. En la primera el cuerpo permanece agazapado, con las extremidades flexionada, la cola baja y entre las patas y las orejas hacia atrás, caídas y pegadas a la cabeza. En general, el animal aparenta ser más pequeño de lo que es, con el propósito de no parecer una amenaza para el otro perro. En la segunda postura, el perro llega hasta el suelo, acostándose boca arriba, exponiendo el vientre y los genitales. Esta es la expresión máxima de evitar conflictos con el otro perro.
Recientemente y por el cambio de la interpretación de estas posturas en la comunicación canina se considera que la postura ofensiva, más que ser una postura que transmite al otro perro la intención de dominarlo, lo que indica es la seguridad que percibe de que en un posible encuentro el saldría airoso, es decir que todo esta controlado. Por su parte, la actitud de sumisión significa que el perro tiene poca o ninguna confianza en que el encuentro le aporte algo bueno o positivo y trataría de confirmar al otro perro que no busca conflicto alguno.
En algunos animales se observan posturas ambivalentes, es decir una mezcla de posturas, esto indica una falta de seguridad y de habilidades sociales las que generalmente son adquiridas durante el periodo de socialización.
Si se encuentran dos perros que manifiestan la postura ofensiva, y no la modifican, aumenta la probabilidad de que se genere una confrontación agresiva. Este encuentro puede darse con una tensión ligera entre los animales, o como un enfrentamiento más serio en que las posturas corporales se acompañan de:
El erizamiento del pelo, que es habitualmente asociado a las conductas agresivas, parece indicar simplemente un estado de alerta o activación en el perro.
También se describen gestos y actitudes relacionados con el estrés social, la evitación y la reducción de los conflictos. Estas actitudes fueron denominadas “señales de calma” por la entrenadora noruega Turid Rugaas, las que suelen indicar que el animal no se encuentra cómodo con la presencia de otro individuo.
Algunas de las conductas y actitudes son: dar la espalda, alejarse, desviar la mirada, o girar la cabeza, adoptar la postura de juego, oler el suelo, lamer las comisuras labiales del otro animal, bostezar y lamerse la nariz.
Nota: Lectura obligatoria de libro Señales de calma de Turid Rugaas
Esta postura de invitación o solicitud de juego consiste en mantener la parte anterior del cuerpo y las patas delanteras pegadas al suelo, mientras la grupa y la cola permanecen levantadas. Estas posturas son consideradas señales de metacomunicación, es decir, que sirve para explicar al otro perro cómo debe interpretar lo que va a ser transmitido. En otras palabras, cuando un perro muestra ésta postura le está diciendo al otro perro, o a una persona, que si gruñe o enseña los dientes, por ejemplo, no debe tomarlo como una amenaza, ya que simplemente está jugando. Es importante esta aclaración porque algunos propietarios no saben diferenciar las muestras de agresividad manifestadas por un perro durante el juego de las que se presentan en los problemas de agresividad más serios y pueden castigar al animal por hacerlo, consiguiendo generar ansiedad y otras alteraciones de conducta.
En algunas ocasiones pueden producirse fallas, deficiencias o dificultades en la comunicación entre los perros que pueden dar como resultado reacciones inesperadas en los animales tales como miedo, agresividad y estrés. Algunas causas de éstas fallas son:
Bibliografía
Hernández. P. Manual de etología canina, Zaragoza, Servet editorial, 2012.
Manteca, X. Etología clínica veterinaria del perro y del gato, 3ª ed., Barcelona, Multimédica S. A., 2013.
Rugaas,T. El lenguaje de los perros: las señales de calma. Ed. Kns Ediciones, Santiago de Compostela, A Coruña. 2001